jueves, 31 de marzo de 2011

Mi Alumna




Por Carlos Vicente Torrealba
carlosvicentetorrealba@gmail.com
Twitter: @cartorrealba

Una señora me saluda y con un gran cariño me dijo: “Come è bello trovare il nuovo insegnant", yo le contesto simplemente ¿Disculpe nos conocemos?. Ella sonrió con una mirada dulce: “no se acuerda de mi profesor, fui su alumna”. La observé y me trasporté como en una máquina del tiempo a esos primeros seminarios que dicté en la UCV.

Sí, fue en la época que yo andaba con el tema de los procesos Hápticos. Claro que la recuerdo, cómo no recordar ese semestre que me tuve que enfrentar con dos retos: mi corta edad y mi visión de la filosofía de los espacios habitables, un tema tan apasiónate como la propia existencia del hombre.

Ella era parte de esa generación de estudiantes llenos de talento y alegría, aunque con un problema, demasiado dispersos. Una tarde luego de terminar las clases estaba yo muy preocupado, ya que mis alumnos escuchaban la clase pero cuando se le preguntaba no sabían. ¿Qué pasaba?

Estando en casa de mis padres mi vieja abuela materna que me leía con apenas un reojo, hasta mi alma, me pregunto ¿Por qué estaba tan preocupado? Se lo expresé y esta sonrió como la flor del cacao que se abre ante el sol, y me dijo “El problema es de atención, ya que no saben… nadie le ha enseñado, déjalos correr como el agua, no permitas que se estanquen ya que el agua estancada se pudre y se llena de parásitos”.

Al día siguiente no le dejé que sacaran nada de sus bolsos, tan solo les dije que vieran todo el pizarrón. Al cabo de un rato les pregunté: ¿Qué hay en el pizarrón? Y ellos me dijeron que nada. Les volví a preguntar y la respuesta fue la misma. Les dije ese es su problema bachilleres, ustedes no pueden ver el mundo de posibilidades que hay en la pizarra. Fui pasando uno a uno para que expresara algo de su esencia y esto entendieron que el alma era también como el agua que si se estanca también se corrompe, se llena de parásitos.

Le enseñé las técnicas de los contemplativos para concentrarse y entendieran la riqueza de la observación, que es la clave de la existencia. Fue un semestre regenerador, creativo y sobretodo descubrimos que sin la concentración y la libertad de espíritu nos estancamos en la vida y empezamos a morir sin aun haber nacidos. Ella hoy está entre los principales arquitectos de Europa, formada en una universidad de Venezuela.

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