domingo, 14 de febrero de 2016

El amor a la patria

El amor a la patria Carlos Vicente Torrealba Pantoja·domingo, 14 de febrero de 2016 El amor a la patria C. V. T., febrero de 1999 UCV. Desde que tengo uso de razón, he venido escuchando de boca de los políticos venezolanos la expresión "el amor a la patria", "el amor a Venezuela", "por este profundo amor al país", estas frases era cotidiano leerlas en los periódicos u oírlas en la radio. Hasta que mi hija de ocho años me pidió, después que escuchó un comentario en la televisión, le explicara que era "el amor a la patria". Me puso en aprietos: qué tipo de ejemplo le ponía, si eran los del tipo de la clase política esa es una forma muy peculiar de amor, es un amor masoquista, tortuoso; En cambio, si le ponía el ejemplo de nuestros artistas como el caso de mi padre Juan Vicente Torrealba era un amor no correspondido ya que la mayoría de ellos han dado todo con su arte al país sin recibir nada a cambio. Por tanto, preferí dar unos muletazos y me encerré en la biblioteca a definir primero qué es el amor. El amor desde el siglo XII hasta nuestros días se ha sustituido o deformado por un nuevo concepto erótico, envuelto en placer, allí estaría representado un sector de nuestros políticos acertadamente. Hay una respuesta clásica del siglo XVIII, dada por una dama francesa “amor es un no sé qué, que empieza no sé cómo y termina no sé cuándo” pero no es muy aceptable porque nos dice que el amor termina y el amor hacia una madre o un país es eterno. Yo no puedo decir: amo a mi país, ya no amo a mi país; quizás deje de apreciar o respetar a los políticos que conduce al país, pero no puedo dejar de amar a mi país; bueno, cuando se ama al país suponemos que todos somos normales y amamos el país donde nacemos, sino, será una aberración. Si el amor no es eterno y si no hay un sentimiento tan fuerte que supere nuestras propias vidas, no es amor, será pasión, deseo, ilusión, será cualquier cosa, pero amor no. Yo he pensado que la única forma de entender el amor es amando, si queremos que nuestra ciudad no nos agobie, no nos obstine, tenemos que amarla, San Bernardo escribió: “la causa de amar es amor; el fruto de amar es amar, el fin de amar es amar, amo porque amo, amo para amar”. Dijera C. Fisas “el amor es tan hermoso que hasta sus sustitutos son tentadores”. Pero cómo podría comparar el amor que han sentido los políticos por nuestro país, sería como cuando éramos jóvenes que tuvimos que aprender a amar y respetar. Yo recuerdo teniendo unos catorce años, que agarré una escopeta de mi padre en el hato y maté esa tarde como unas nueve palomas, cuando llegué a la casa del hato, orgulloso de lo que había hecho, mi padre no habló, me quitó la escopeta y con un mandador me dio una paliza, los palos no fueron por la imprudencia de haberle quitado la escopeta, fue por no haber respetado la vida de esas nueve palomas, fue una pela por amor a mí. Quizás nuestros políticos son tan jóvenes que por lo que han hecho con el país merezcan una pela, es que la frase “el amor por Venezuela” la han envuelto en placer, la han vuelto fácil, barata, sin honor como el amor de bar. Hay un escrito de San Agustín que todos los políticos lo deberían leer al levantarse y acostarse: “amas y haz lo que quieras; si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas perdonarás con amor”. ¿Qué cosas se hubieran evitado si la actuación de nuestros dirigentes la hubieran hecho con ese sentido del amor?, ¿Cuántas huelgas, cuántos muertos, cuánta miseria se pudo haber evitado si en nuestro Congreso en vez de estar fumando, leyendo y escupiendo palabras incoherentes hubieran hecho algo con amor? Y nuestros empresarios si amaran al país fueran más discretos y menos oportunistas, más trabajadores y menos lisonjeros. “... Y saber amar es, desde luego, es siempre, no juzgar al ser que se es amado, creer en él contra todo y contra todos, contra la posibilidad, contra la evidencia” (Bourget). Si nuestros empresarios y políticos hubieran leído estas frases el país andaría por otros rumbos, hubieran invertido, se hubieran esforzado, hubieran luchado y no estarían sentados esperando lo que no se puede esperar sin esfuerzo y sin trabajos, cómodos criticando lo que ellos mismos no pueden dar. En el “Cantar de los Cantares”, en la Biblia dice: “el amor es fuerte como la muerte”. Yo estoy seguro de que es mucho más fuerte, porque aunque haya muerto hace 2000 años seguimos amando a Cristo y han pasado 200 años y seguimos amando a Bolívar porque nos dio una nación, y seguimos amando como la mayoría de los venezolanos que aman a este país, sin esperar nada en compensación. Amar a este país no es enfrentarse el uno al otro, es mirar en la misma dirección, es ver el futuro de esta nación, es ver el horizonte y saber que se puede estar. Sin embargo, muchos de nuestros políticos ven hacia la misma dirección unos a Suiza y otros a Miami, y le dan la espalda a Venezuela que es más que puntos y rayas en un mapa, es más que llano, selva y montañas, es su gente que está dispuesta a que le den una oportunidad, que los traten dignamente. El amor a Venezuela tampoco debe ser un monopolio o un delirio de la posesión que trae sufrimiento, agobios, prejuicios, quizás entremos en esas contradicciones, pero amar y creer que somos los únicos que amamos a este país, es absurdo, porque pensar que en cuarenta años de esta democracia puro bichos y cucarachas nos han mandado, es injusto. Podría citar muchas personas que han hecho un gran esfuerzo por este país tratando de dar lo mejor de sí, y que unos pocos en menos de veinte años han hecho que de esta anarquía que vive Venezuela, fuéramos culpables todos y quizás sí lo somos por ser un poco alcahuetas y no haber amado suficiente a este país. Y cuando mi hija abrió la puerta y me volvió a preguntar: “-¿papá qué es amar a este país?-“, yo la vi a los ojos, la abracé, la estrujé y la besé y le dije: “amar a este país es amar desesperadamente como te amo yo a ti...”