domingo, 13 de diciembre de 2009

Como mirar y como decir…


El mundo es lo que miramos en él y no se escapan las personas de esta mirada. La vida me ha enseñado a no juzgar tan ligeramente lo que yo me imagine de la personas que tenga al frente de mí, más si las amo porque generalmente solemos equivocarnos cuando las etiquetamos como si fueran un frasco de mermelada.

Sentir, amar, soñar, existen mientras tengamos la capacidad de creer que podamos desarrollar el resto de las palabras; no podemos sentir, sí no tenemos ese algo que nos haga sentir, no podemos amar en el completo vacío de nuestra imaginación, no podemos soñar si hemos perdido la memoria de nosotros mismos de nuestras posibilidades y nuestras propias evidencia.


Mientras miremos con los ojos tiernos y engañosos del pesimismo, mayor pesimismo habrá entre nosotros mismos.La vida y todo lo hermoso de ella es como un campo de flores donde tú escoges verlas a ellas, disfrutar de su olor o fragancia, de su color, su forma, su textura o simplemente en sentir las espinas que no están en ellas aunque forme parte de su todo.


Hace poco una periodista que me realizó una entrevista por mi más reciente libro editado por Libros El Nacional; ella me preguntó: ¿Cual era mi filosofía de la vida y que tan compleja era esta?, mi amiga periodista quizás pensó que le hablaría por varias horas y le describiría un mapa tan exótico como el mapa del tesoro. Pero no es así, hoy en día mi visión del mundo se ha sintetizado en algo muy simple.


Para mí hoy actuó como si el fracaso fuera imposible, tiendo hacer como un árbol de cerezos que se dobla, pero no me quiebro. No juzgo al ser amado, confió en ella lo suficiente pero no tanto y tampoco me imagino lo que no veo, creo sobretodo en mi y en los que me rodean con su afecto, ya no lloro la cantidad que me desalentaba, quizás porque no me quejo como antes por todo. mi mayor máxima es que jamás renunciaré a mi sueños y al ser amado, disfruto de lo que me gusta y trato de acrecentarlo y lo que me disgusta o desagrada tan solo lo supero. No hago lo que me digan los demás menos si estos están bajo doctrinas y dogmas de otros que repiten como un recetario de cocina los libritos y folletos de universidades decadentes de pensadores de otros contextos de sueños ya soñados por otros que se repiten en un espiral de manipulaciones y de falsas poses de intelectos castrados por sus complejos. No trato de agradar a todo mundo tan solo a mí y a los que amo sin exigirles nada a cambio, y es que mi egoísmo ya no me limita mi capacidad de amar.


Ella me escucho atentamente y me vio con una mirada sutil, como si se tratara de mirar a la vez a si misma y con una voz suave y serena me preguntó: ¿y cómo usted que era un ser algo prepotente, un poco malcriado y consentido por muchas gentes que lo han venido leyendo desde hace unos quince años todos los viernes por Ultimas Noticias a nivel nacional ha podido cambiar?. Le sonreí a ella con la sonrisa de un niño y le dije que quizás sea producto de la madurez del un hombre que dijo basta y se levantó para marchar mas allá de su confort.


¿Cómo es eso?, me preguntó ella. Es fácil le conteste, cuando confías en ti mismo aunque todos duden de ti, y dejes de preocuparte por lo que dirán ellos en sus pequeños mundos con sus pequeños huertos donde siembran su vilezas y las riegan con la hipocresía barata de la doble moral. Cuando aprendes que nuestras acciones deben ser muy concisas en duración como largas en resultados. Cuando nosotros queremos renunciar a la rutina sin que esta altere el metabolismo de nuestras vidas ni afecte a los de otros, más si los amamos a ellos.

Cuando aprendas a distinguir la sonrisa calida de la engañosa burla y prefieras la lucha digna que la falsa victoria del facilismo. Cuando el ser espontáneo te libere del método de otros o de formulas falsas y actúas por convicción y no por adulación. Cuando estas convencido que eres rico de espíritu y pobre de falsedad. Cuando aprendes a perdonar, tan fácilmente como ahora me disculpo. Cuando aprendí a enfrentarme a mis errores tan fácil y positivamente como a mis aciertos. Cuando hallé satisfacción compartiendo mí afecto que es mi mayor riqueza.

Cuando aprendí a manejar mi libertad para pensar, hablar, leer, escribir pintar, esculpir y hasta escuchar sin caer en los excesos. Cuando aprendí obsequiar mi silencio a quien no me pide palabras, y mi ausencia a quien no me aprecia. Hoy he aprendido y gracias al ser amado que no debo sufrir para conocer la felicidad y no cambio mis sentimientos por el placer banal. No trato de buscar respuestas en las cosas que me rodean, mas bien en mi mundo interno, He aprendido aceptar mis errores y los de los demás y ya no pierdo la calma por ello, De allí que ya puedo mirar mejor el horizonte y decir la frase: que siento sin importar lo que digan los demás.


La periodista apago su grabadora me vio a los ojos y me obsequio una grata sonrisa y sus palabra fueron sutiles - gracias por también mirar con franqueza-.

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