miércoles, 13 de abril de 2011

La Agonia



Por carlos Vicente Torrealba
carlosvicentetorrealba@gmail.com
Twitter: @cartorrealba

Estando en Caracas he visto a una ciudad que se empobrece, se degenera, y lo mas angustiaste es que su gente parece inmóvil, tan sólo son unos leves murmullos en ese inmenso grito de socorro que nace de las paredes de la propia ciudad.

Sé que a todo fenómeno le va aparejado un anti-fenómeno, de tal modo que la actualización del uno es también la potencialización del otro; una ciudad se extinguen en la misma magnitud como se extinguen sus ciudadanos, y se arruina como el alma de quien la habita. El grave problema de Caracas como casi todas las ciudades de esta patria no son los rojos, los blancos o los amarillos, menos esa ensalada tropical de las focas perpetuas que aplauden al que le dé de comer y le permita confundir el erario con el peculio, menos eso lo que equivocadamente llaman el inconsciente colectivo, ya que el inconsciente no es un actor, menos un monstruo que se traga a sus hijos, el inconsciente es un factor explicativo entre otros de las relaciones de una persona o de un grupo.

En las ciudades, la imprevisibilidad afecta el comportamiento de sus ciudadanos, en sociedades como la nuestra mucho mas. A pesar que lo que pasará mañana me interesa, aunque lo bueno es que no soy capaz de preverlo en su totalidad, tan sólo tengo una herramienta que es trabajar hoy por ese mañana.

Muchas veces no entendemos nuestras reacciones frente a un suceso determinado, buscamos una explicación, aunque casi siempre encontramos argumentos parciales, fermentados y peor aun engañosos. Lo que me atrae del humano es que navegamos entre nuestro consciente e inconsciente, eso me agrada mucho y me tranquiliza, ya que soy como esos arrieros de ganado que lucha con esas cosas impredecibles tanto de los propios avatares de la naturaleza como de esas particularidades del atajo. Aunque estoy consciente que soy ese arriero que asume sus decisiones a causa de lo indecidible que limita muy poco mi responsabilidad, menos como Ciudadano.

Mi inconsciente en realidad, no me asusta como desde luego no me asustan ya todos esos otros que me agreden, me contradicen, me tienden celadas, me ayudan, me aman, me hacen, me molestan y de quienes hoy y nunca podre prescindir porque soy un humano que vive en una ciudad, aunque esta agoniza como gran parte de mi patria.

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