domingo, 29 de agosto de 2010


La pareja y sus crisis



Las sociedades enfermas suelen ser sociedades en crisis y cuando esta es prolongada llega a la pareja, a esas individualidades que forman un hogar, una familia, una sociedad.



Las épocas de crisis políticas, económicas, sociales y culturales son épocas de cambios por lo tanto también de ansiedad, llegando a ser tan elevada que empieza a destruir el primer eslabón de la propia sociedad como es la pareja. Estas reaccionan de acuerdo a sus individualidades donde uno de los miembros o los dos rehúyen a tener su sana sexualidad. A otros, les suele suceder que la necesitan hacer y tener más que nunca. El problema es cuando los miembros de la pareja están asimétricos, es decir uno quiere y el otro se niega.



En que magnitud esos estimulos físicos de la sociedad en crisis generan ansiedad y en que intensidad son percibidos por la propia pareja. No se puede promediar, ya que nosotros podemos predecir por dónde va a fluir una corriente formada por átomos; pero no voy a poder predecir por dónde va a circular un átomo en concreto. De esta misma forma sucede a la pareja sabemos de las crisis, de la espantosa ansiedad y el profundo sufrimiento (distrés) ¿Pero como promediarlo?



Cuando hablamos de la pareja ya sea su pasado, presente o futuro, cometemos el error de llevarlo y etiquetarlo en términos estadísticos. Tan sólo para intentar saber o creer cómo se comporta la gente en tiempos de crisis prolongadas y la forma como operan sus mecanismos de decisión sí estos durarán más de lo normal o serán iguales esas tomas de decisiones que en tiempo de menor ansiedad o estrés.





Ya les he expresado que el problema no es entre en cerebro y el corazón, más bien entre el cerebro y el cerebro. Sí, el cerebro primitivo llamado tronco encefálico y además otras estructuras que regulan nuestras funciones básicas, y el cerebro pensante llamado neocórtex que surgió como consecuencia que del tronco encefálico emergieron los centros emocionales, que durante millones de años de evolución dieron origen a ese cerebro pensante. De allí que el cerebro emocional es anterior al racional y que éste era una derivación de aquel.



Ahora, en tiempos de crisis, de ansiedad y estrés con cuál de los dos cerebros decidimos las parejas. Pues decidimos con el cerebro primitivo y menos con el cerebro pensante o neocórtex. La razón es muy sencilla. En tiempos de crisis se tiene la impresión de que ya no se dispone de todo el tiempo necesario para sopesar los factores a favor o en contra de una decisión. Hay que decidir deprisa, porque la inestabilidad del país, la falta de empleo, de recursos, los rumores de la depreciación del dinero o el aumento de la canasta básica o peor aún las contradicciones de los propios voceadores del gobierno es el por qué todas las funciones a medio plazo se dejan para después. En esas condiciones, el cerebro primitivo se convierte en el dictador de nuestros actos.



Cuando no hay tiempo para razonar, siempre ha funcionado mejor el cerebro primitivo donde se refugian gran parte de los instintos y el nuevo cerebro pensante interviene magistralmente. Cuando hay tiempo para pensar es igual cuando estamos atravesando una calle en cualquier lugar de Venezuela y el conductor se come la luz roja y en vez de frenar nos toca la corneta; a nosotros tan sólo nos queda salvar nuestra vida y dar un salto para refugiamos en la acera como si fuera una trinchera, gracias a la amígdala que es la gestora de mis intuiciones y no de la razón.



Las épocas de crisis la gobierna la incertidumbre. Es una característica del ser humano, llenarse de ésta. Nadie sabe, ni el gobierno, ni la oposición, ni los catedráticos, los líderes del pueblo menos la pareja, cuándo va a empezar o terminar una crisis. Lo que si percibimos es que mengua los recursos propios y colectivos, hay una sensación en el ser humano que ha perdido parte del poder que tenía para saber lo que estaba haciendo en beneficio de la pareja. Esa sensación de pérdida de poder del ego individual es una de las condiciones bien sabidas para generar ansiedad, y la ansiedad provoca más estrés y el estrés adicional confirma la pérdida de control del proyecto de vida que la pareja se planteó y ambas partes llegan a tener esa sensación de que se está inmerso en un laberinto. Siempre y por mi propia experiencia toda decisión que se tome de cambio en ese contorno será menos atinada, ya que en la crisis prolongada los factores externos son los que atacan a la pareja.



Los elevados niveles de incertidumbre, la ansiedad y el estrés en la pareja poseen un antídoto y es el amor. Si este es tan fuerte no permitirá que se pierda el control de la situación y menos se desperdiciará ese lenguaje tan hermoso como es la sexualidad.

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