jueves, 23 de agosto de 2012
La Nueva Inquisición
La Nueva Inquisición
Por Carlos Vicente Torrealba
carlosvicentetorrealba@gmail.com
Twitter: @cartorrealba
¡Los venezolanos hemos aprendido tan bien la lección de descalificación! Empezamos por descalificar a los demás hasta convertirlo en un hábito, ahora lo hacemos con nosotros mismos desde luego todo aderezado con la mayor intolerancia y el culto a la mediocridad. ¿Acaso esto no nos define como una sociedad violenta y poco inteligente?.
Si Leonardo da Vinci y Albert Einstein hubiera nacido en Venezuela, en esta época de la nueva inquisición, al primero lo azotaríamos con el verbo ponzoñoso de la intolerancia y luego lo quemaríamos en la hoguera de la insidia, mientras que del segundo nos burlaríamos de su teoría de la relatividad cortándole el presupuesto a su laboratorio por ocioso y desde luego lo señalaríamos como un viejo embustero, tan solo por no entender nuestra propia ignorancia.
Todavía hoy, no tenemos conciencia del otro. No hay manejo de la diferencia, no se practica la igualdad de todos los ciudadanos ya que no se practica el derecho, la oportunidad, ni la responsabilidad. Ya que no hay libertad de conciencia personal, ni de acción. Aquí desde hace un siglo o más los administradores del poder han suprimido el derecho por el capricho y un gran número de ciudadanos critican lo que ellos en el fondo no pueden ser, sobretodo por incapaces y flojos.
La democracia es la libertad para ser diferente y expresar esa diferencia, pero lo único que se respeta son las diferencias de los grupos del gobierno de turno y de los clanes de la oposición que también son un poder, con la única diferencia que no administran los recursos del estado. Aunque si los dirijan, ambos extremos nos exigen ser una réplica del otro.
Nuestro sistema de educación es un sistema feudal, ya que hay que pensar como los profesores y memorizar lo dicho. Para obtener un titulo, lo único que debe tener es capacidad de memorizar, copiar y complacer los caprichos de algunos maltratadores de la educación. Muchos de ellos se proclaman como rectores de la moral, mientras que en el hogar la educación es asistida por la TV. Lo único que exigen es obediencia y sumisión no creatividad y responsabilidad.
El grave problema de nuestro país es que no sabemos manejar las diferencias y este problema no es filosófico, más bien cultural de lo contrario no fuera un pecado ser diferente, diversificado, descollar y triunfar.
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