miércoles, 2 de febrero de 2011

El Cólera Político

El Cólera Político

Por Carlos Vicente Torrealba
carlosvicentetorrealba@gmail.com
Twitter: @cartorrealba

Tan lejos de Egipto, pero tan cerca de la pólvora, la plaza cairota de Tahrir ha hecho que exista políticamente dos Egipto. Felizmente el gobierno vitalicio de Mubarak no será el gobierno hereditario que pretendió instaurar el nuevo faraón del siglo XXI.

Los hombres y mujeres egipcios claman por su derecho de libertad y de progreso, son ciudadanos hastiados de una manipulación de sus afectos. Mubarak representa la tragedia del Egipto de hoy, con sus cinco jinetes como son: la miseria, la corrupción, la falta de libertades, la explotación y sobretodo la más cruel prostitución de la dignidad del hombre.

Tahrir la plaza elegida por los manifestantes, significa liberación en árabe y para Latinoamérica es un test de Rorschach de la sociedad que ejerce su derecho a la resistencia: Egipto le revela a Latinoamérica nuestras propias dudas y nuestras certezas, los conflictos y las líneas divisorias sociales que nos aclara magistralmente las verdaderas relaciones entre el poder y los ciudadanos, los avances, la marginación y los límites de la cohesión nacional, pero sobretodo los niveles de frustración y nuestro posible punto de ebullición.

Lo que está ocurriendo tanto en Egipto como las de Bolivia con su “gasolinazo” deben interpretarse como signos y síntomas, y a la vez como consecuencia de procesos sociales que sacunden las bases de los estados para que las nuevas generaciones cambien los rumbos y es esta nueva generación que se enfrentará a grandes desafíos en su transición a la edad adulta. El primero es el estado de conciencia de no querer que le arrebaten su gran ocasión histórica, como toda generación que pretende su rol en la misma.

Ya son tres generaciones perdidas en Latinoamérica y la generación que nos juró los cambios se ha ido en promesas, desaprovechando por una ceguera patológica, el potencial transformador de su propia juventud que esta alcanzado su estado de conciencia ya que se están dando cuenta que gran parte de ellos son socialmente excluidos de los sistemas, como la educación, el empleo, la vivienda y la salud. Esta exclusión impide la inserción productiva y social ya que las señales de los gobiernos latinoamericanos son de incertidumbre o peor aún de una espantosa espera, aunque la espera suele generar un cólera político.

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