viernes, 1 de enero de 2010

El Caudillo



Por Carlos Vicente Torrealba

carlosvicentetorrealba@gmail.com



Escribir de Don Rafael Caldera para mí es un cúmulo de sentimientos encontrados, es como la primavera con una brisa de verano. Él fue uno de los hombres que más me ha honrado y sin yo merecerlo. Es que con apenas siete años de edad fui el primer venezolano que el presidente Caldera le diera audiencia oficial en 1968, por causa de una travesura de mi madre que le contó a su viejo amigo que yo no quería estudiar porque quería ser político. El presidente no sólo me atendió, además exigió firmarme las boletas de calificaciones. Lo curioso es que me ví obligado además de estudiar, en obtener las mejores notas para no quedar mal con sus gentilezas, que iban mas allá de la amistad que existiera entre la familia.

El Dr. Caldera me sirvió como ejemplo de que el hombre puede ser lo que quiera ser. Él fue Abogado, Doctor en Ciencias Políticas, profesor universitario, escritor, articulista, ensayista, diputado, senador, jefe de Estado y uno de los caudillos políticos fundamentales en la democracia. Pero sobretodo, fue un humanista reconocido con títulos y honores concedidos por casi treinta Universidades del mundo.

La ultima vez que nos vimos fue en 1999 luego de las elecciones, justo treinta años y unos días después de nuestro primer encuentro y quizás la última audiencia que daba como presidente; quizás fui descortés o muy franco cuando el me señaló: ¿Si escribiera de Caldera, el político, qué escribiría?. Yo le contesté que empezaría diciendo que fue un venezolano que creó un partido llamado Copei; como parlamentario realizó aportes fundamentales a nuestro país. Llegó dos veces a la presidencia y formó para gobernarlo, los hombres más talentosos … Pero presidente, también diría que usted destruyó el partido que creó y castró a esos hombres que formó. Estoy convencido que Venezuela seria sin duda alguna otra si no hubiera insistido usted en guiar lo que les correspondía dirigir a esos hombres que nacieron bajo sus alas ¡Si, Venezuela seria otra! no si mejor o peor pero si otra… El sonrió nos despedimos con el cariño de siempre, pero no nos vimos nunca más.

Hoy caldera ha muerto. ¿Pero en verdad ha muerto?, o será que ahora esos hijos políticos resurgirán como el Ave Fénix para culminar una obra inconclusa en un país entre abismos, o acaso también ellos mueren con este último gran caudillo.

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