jueves, 1 de marzo de 2012

Lo que he aprendido




por Carlos Vicente Torrealba

Estando en el negocio de los muchachos de The Coffee Sweet y disfrutando de uno de sus sabrosos café se acercó y se sentó en mi mesa un viejo amigo político que es de esos hombres que yo llamo 4x4 (si algo rustico y fanático), pues él era el un viejo adeco de esos que cargaban la imagen de Rómulo en la cartera junto a la imagen de la Virgen del Valle, y luego paso al chavismo sufriendo una extraordinaria metamorfosis. Ganó mucho dinero en el socialismo y ahora financia al candidato de la oposición, que ya había sido gobernador en el Estado Bolívar.

Sin duda alguna este amigo político es la mejor representación del vivismo criollo, algo que no es malo, ni detestable tan solo interesante para comprender lo que al parecer todavía aun somos. Luego de hablarme mal del gobierno pero eso si enseñándome su reciente adquisición una hermosa camioneta que le costó casi un millardo de los de antes, me preguntó que había yo aprendido en la revolución, lo vi cómo se mira al pasado y al futuro a la vez y le dije: He aprendido en estos años que podemos dejar todo por un sueño y que son pocos los hombres que son hombres, más bien prefieren aparentar lo que no son, criticar a los que son y odiar a los que se atrevan a ser lo que son.

He aprendido hoy que el poder envilece al hombre, pero no tanto como oscurece el espíritu de este y empobrece su palabra, convirtiéndose en un poderoso solitario de nada, como si el poder y la gloria se llevaran a la tumba, junto con sus aduladores.

He aprendido que los amigos valen una fortuna pero son tan escasos como esta; también aprendí que todo llanto no es el dolor de una perdida, puede ser más bien la risa del infiel soliendo ser éste tan certero y destructor como el sable de un mahometano en defensa de su fe.

He aprendido que la gente aprende rápido a ser hipócrita o quizás ese es la esencia para el triunfo social y que el socialismo puede ser tan salvaje como el capitalismo y que la revolución es de dos sentidos: un rato la marcha va hacia delante y al otro, que puede ir a la inversa y contra los intereses de los que decimos defender.

Mi amigo me trataba de interrumpir como tratando de sostener una avalancha, y le dije sabes desde muy joven me he hecho una pregunta que vuelve a mí cada vez que encuentro una persona como tú y es sobre nuestros políticos sin importar que estos sean de la oposición o del gobierno todos tratan de justifican su actitud y es: ¿Por qué la capacidad de nuestra nación en flotar socioculturalmente y hasta económicamente debe estribar en la agilidad que debemos de tener los venezolanos en hundirnos?

Sabes amigo no ha habido un gobernante de nuestra nación con malas intenciones cuando llega éste al poder y que no haya tenido que ceder a la vez desde territorio, bienes o intereses estratégicos a los llamados países hermanos, a cambio de nada; más bien llevado por nuestra verdadera maldición de haber sido una mediocre capitanía general cuyo primer padre de la patria se llamaba Carlos III y que olvidamos igual que al Bolívar de Santa Marta, con su cuerpo de edecanes, su ejército y un barco lleno de enseres personales, o al a Páez en el exilio, viviendo de la caridad de las naciones; a Juancho Gómez en una noche palaciega donde con un puñal se le robó la prosperidad a Venezuela o a la generación del 28 que gritó libertad para que al final tan solo tomaran el poder para ellos y castraran a los mejores talentos que ellos mismos engendraron.

Sabes amigo, en realidad he aprendido que la felicidad es como los besos en unos labios sellados por la mortaja del tiempo, producto de una puñalada que cercena ese diminuto cordón que nos separa o nos une con la realidad. Tan sólo aprendí que la vida hay que vivirla y esperar que pase frente a nosotros horizontalmente el que nos la quiere negar o aquellos que la prostituyen, y sabes amigo yo jamás políticamente volveré atrás.

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