lunes, 2 de noviembre de 2009
El Ave Fénix, el Atalaya y las Debilidades Humana
“Todos los seres humanos tenemos debilidades, algunos la convertimos en nuestras fortaleza, siendo nuestra gran atalaya; otros mueren por ella, aunque intenten en cada relación surgir como el ave fénix, pero siempre sucumben a esta; ya sea porque ellas los dominan o porque simplemente son sus debilidades perpetuas.”
CVT (del Libro En la otra Cara de la Luna)
De los tantos correos que cada día recibo y que agradezco enormemente, ya que muchos son enriquecedores y otros sirven para indagas las angustias de los otros junto a las mías, existe en toda estas una constante y es esta se refieren en forma directa o indirecta sobre las debilidades del ser humano.
Sé por experiencia que se necesita una gran conocimiento de uno mismo para poder convertir nuestras debilidades en fortalezas, dominarlas, someterlas, olvidarlas, o simplemente lidiar con ellas para que nuestras debilidades no perjudique a otros menos a nosotros mismo y a aquellos que decimos amar, aunque nos puedan traicionar con su dulce mirada.
Toda la historia de la humanidad está construida sobre las debilidades humanas, los grandes sucesos están marcados por ellos; Cristo murió en la cruz por su debilidad hacia nosotros; Cesar perdió su vida y su imperio ante su mayor debilidad, una mujer llamada Cleopatra; toda la obra de William Shakespeare desde Hamlet hasta Romeo y Julieta se basan en nuestras debilidades; Nuestro generalísimo Mirando tuvo sus debilidades, una sus amores secretos con mujeres casadas, hasta el perdón en la política; nuestro extraordinario Bolívar poseía dos grandes debilidades, creía en sus sueños ciegamente y en las mujeres de color. Nuestro sistema político posee una gran debilidad que lo ha marcado en toda nuestra historia republicana y es el ego desmedido de nuestros caudillos, lideres o como Usted quiera llamarlos.
Quizás por todo esto, estoy convencido que el ser humano en su hecho connatural es débil por naturaleza, abarcando todos los componentes de su vida, más allá de los malos hábitos y la infidelidad con el mismo, antes que con los demás.
En las sociedades con crisis prolongadas como las nuestra donde existen además de familias estructuradas, también y lamentablemente hay muchas familia desestructuradas con sus penosos triángulos rotos, donde el abandono es la constante, siendo el mayor aporte a sus hijos precisamente el abandono; estos crecerán con su principal debilidad, la frustración, ya que la frustración hace a los hombres y mujeres seres más débiles y serán esas presas fácil de los depredadores y carroñeros, ya que no poseen la capacidad de respuesta inmediato para pensar ni analizar en forma defensiva, tan solo manejaran su impulso y ansiedad. Algunos por la sexualidad como las mujeres que aman demasiado y otros, por un rosario de vicios y una vida tormentosa atrapados en su propio drama del abandono que los llevaran irremediablemente a ver el daño que se han provocado, hasta perder lo que alguna vez quisieron y quieren tanto, tan solo porque sus debilidades los controlan, los dominan y los someten, marcando su tiempo entre orgasmos forzados e imaginados y quedando siempre sedientos ya que buscan incesantemente lo que tienen a su lado pero no lo ven.
La inseguridad es una debilidad y quizás sea una de las más letales, traicionera, embustera y siempre está llena de miedo que sólo provoca torpeza, angustia y confusión, generándonos la decepción real o imaginaria producto de una incertidumbre donde dudamos si nos hicimos falsas ilusiones o magnificamos las cualidades de lo que pensamos que jamás podría desilusionarnos, como es creer en una persona contra la posibilidad o la evidencia y no podemos ver con claridad la realidad tal cual es.
Generalmente desde mi atalaya veo como la inseguridad puede carcomernos, ya que cuando nos ataca dejamos de ser lo que se llama “YO” y nos convertimos como el extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde, que arremete por miedo y temor a los que más aman, por la extraña y quizás exótica idea que algo nos hacía daño, cuando el mayor daño nos lo hace uno nosotros mismos. La inseguridad es la más fuerte duda frente a lo desconocido, conocido y por conocer. La duda se puede ubicar en ese espacio temporal que se encuentra entre el corazón y la razón surgiendo como el Ave Fénix en el momento menos pensado y entre las cenizas de nuestras desilusiones pasadas, volviendo a nosotros como un fantasma cada cierto tiempo, convirtiéndose en un ciclo o periodo; lo raro que al pasar de los años esto se agudiza, tanto la duda como las propias debilidades que las generan.
Las debilidades más comunes pueden ser la poca disciplina y voluntad; la dispersión de atención y el intereses; la tendencia al “aislamiento”; la manía de no valorar ideas ajenas; el pesimismo crónico; la tolerancia baja al rechazo: el querer controlar todo y no controlamos nada; rehusar los conflictos pero generan todos los posibles; poca constancia en la mejora y la más terribles de las debilidades después de mentirnos a nosotros mismos ser infiel con nosotros.
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