lunes, 2 de enero de 2012

La Sexualidad en la Biblia



Por Carlos Vicente Torrealba
chinchorrosutra@gmail.com
Twitter @cartorrealba


En estas pascuas de solsticio de invierno, donde se celebra el nacimiento del único hombre que ha dividido la humanidad en dos: antes de él y después de él, me encontré una amiga con una buena formación universitaria en esas largas y penosas colas bancarias. Tenía algún tiempo que no la veía, jamás me hubiera imaginado que una mujer tan pragmática pudiera ser contagiada por la peor y más cruel enfermedad que pueda padecer el ser humano, como lo es el fanatismo religioso irresponsable, que mencionan a cada instante a ese ser extraordinario pero a la vez lo desconocen. Se hacen cultores de lo que llaman “palabra”, pero a la vez reniegan del verdadero poder de sus creadores que son precisamente los humanos.

Ella me dijo, que “lo bello de la Biblia es que no se habla de la sexualidad que tanto daño le ha hecho al propio hombre”. Mi amiga se equivoca. La Biblia contiene todo un mundo de relatos entrecruzados, de historias de hombres y mujeres, de pasiones, seducciones, engaños, deseos, desinhibiciones, sensualidad y erotismo. En cuanto a la sexualidad, esta ha permitido la prolongación del ser humano. Las malas interpretaciones de ella y del poco conocimiento de nosotros mismos, es lo que puede llegar a conductas no productivas, generadoras de frustraciones y de dolor.

A mis alumnos y a mis amigos cuando les hablo de los grandes tratados sobre la sexualidad humana siempre les comento que uno de los primeros libros y el más importante de todos está en la propia Biblia, y les suelo contar los hechos acaecidos en 1562 cuando la monja del convento Sancti Spiritus de Salamanca en el reino de España. Esta religiosa le pidió al monje agustino Fray Luis de León que además de sacerdote era prestigioso profesor de la Universidad, le tradujese uno de los libros de la Biblia: El Cantar de los Cantares. Lo curioso fue que el erudito Fray Luis de León, nunca se imagino que esa traducción le llevaría a la cárcel durante cuatro años.

En el Cantar de los Cantares, se narran escenas de amor de un realismo y una belleza extraordinarios. Muchos historiadores asocian este libro a los amores adúlteros de Salomón y quizás sea todo un compendio de esos sentimientos que el vivió por su amada, la reina de Saba. Otros pensamos que el Cantar de los Cantares es la más extraordinaria guía sobre la sexualidad humana.

La Biblia está formada por una serie de recopilaciones de escritos realizados durante casi 1000 años. Hasta el momento del nacimiento de Jesús de Nazaret estos libros reunidos en ese texto, que estaban primero escritos en el idioma Hebreo, después en Arameo y más tarde en Griego, se denominaron La Torá por los judíos y Pentateuco por los cristianos. Al surgir lo que llamamos el Nuevo Testamento que son libros complementarios de esta nueva religión impulsada por San Pablo en el siglo I, no debemos olvidar que la cultura occidental europea ha tenido dos grandes fuentes mitológicas que han configurado todo el andamiaje conceptual occidental. Estas han sido tanto la griega y sus obras de dioses y héroes, como la hebrea y sus leyendas y relatos bíblicos.

El primer libro de todos en la Biblia, se llama el Génesis y ha tenido varias interpretaciones. Una muy interesante que desconocen muchas personas, es la judía del siglo V que nos cuenta que Eva no existió todavía en el sexto día de la creación. Y que entonces Adán sólo con los animales, sintió la necesidad genital de una pareja acorde con su anatomía. Entonces Yahvéh (el nombre de Dios dado por los Judíos) creó, del mismo modo como había creado al hombre, a Lilith, una mujer decidida y deseosa, independiente e insaciable. A diferencia del relato de Eva, Lilith no se entendió nunca con Adán, así que ella lo abandonó marchándose incluso del paraíso. Más allá del Mar Rojo, Lilith se relacionó con unos íncubos (demonios) dando así lugar a una descendencia maldita en la Tierra, algunos de ellos se asentaron en la ciudad de Sodoma.

La Biblia nos confirma el hecho histórico en que los reyes de Israel fueron grandes héroes muy parecidos a esos dioses griegos como Zeus, que dejaban desatadas sus pasiones con toda clase de historias adúlteras. Uno de los relatos de la Biblia es la historia de Betsabé, hermosa esposa de Urías, de la cual queda el rey David tan enamorado que no sólo comete adulterio sino que también asesina a Urías en un intento desesperado por poseer totalmente a Betsabé.

En la traducción del Génesis actual Adán y Eva, son dos personas que fueron manipulados en su deseo. Probablemente no querían sufrirlo, y aún si se deseaban con pasión, estaban llevando a cabo tan sólo el designio de su especie. Pero, algo les trastornó, algo ajeno a ambos les hizo traicionar su destino placentero, natural y sosegado. Sólo ellos son los que tuvieron que pagar por algo que no surgió de su propia determinación. La simbología imaginaria los representa con la reptil serpiente que los maneja; aunque también para algunos historiadores y antropólogos religiosos pudo haber sido Lilith, ya que esta aparece en otras versiones, donde es la culpable de que la pareja estable, tranquila, satisfecha y compenetrada fuese al fin desterrada, marginada, ultrajada, condenada y despojada del paraíso en el que vivían. Por envidia o por tan solo las ganas y satisfacción de hacer daño como ocurre tanto en nuestra sociedad.

La Biblia con sus ejemplos históricos, nos enseña la variedad de situaciones que puede enfrentar el ser humano y como estos las han resuelto y las consecuencias que acarrean a la vez sus determinaciones. La sexualidad es parte del ser humano. Es su mayor componente y lenguaje a la felicidad o a la tragedia. Depende exclusivamente de éste como la utilice. Eso es lo fascinante del humano, que él siempre será el autor principal de su destino.