domingo, 3 de enero de 2010

Los Tres Reyes


por Carlos vicente Torrealba

Una vez oí decir a un viejo amigo de la familia que “todo poder posee sus reyes magos”. Por años, no le conseguía sentido a la frase, hasta hoy analizando la situación del país y como se nos presenta un mañana que para muchos es incierto para otros es la victoria segura de sus sueños; aunque sabemos que el mañana no existe, si no hay un hoy que lo construya. Quizás sea hoy empezando este año 2010, que vino a mi esa frase con una gran carga de sentido al ver que seguimos deseando como nación lo que no producimos y al ver como personas tratan de justificar nuestros males echándole la culpa a otros.

Ya sea usted de derecha o izquierda, o del gobierno o de la oposición o de esos nini que tanto daño se hacen, sobre todo a ellos mismo, al ser tan indiferentes y ausentes; quizás son como zombis en este peculiar drama, claro que son los primeros en quejarse por todo. Y es con las ya conocidas excepciones que la gran mayoría hemos visto caer nuestra capacidad de consumo y a la vez los grandes responsables de todo tan sólo ven a Chávez para que por arte de magia con una decisión política, resuelva el problema; pero esta ecuación es muy simple y es que para consumir más debemos producir más.

Nuestra gran crisis está en la difusión de la cultura consumista sin una contraparte productiva. Las sociedades como la nuestra tienen que aprender que no pueden consumir lo que no producen.

Nuestra distorsión es un problema político-cultural, ya que se ha separado por décadas la idea de la distribución de la idea de producción. Nuestra crisis desde hace muchos años está ligada a la ausencia de una mentalidad productiva.

La verdadera revolución que tanto hemos soñado es la que enseñe a valorizar al hombre como productor y como trabajador. Si no producimos bienes de consumo no hay alta calidad de vida. Desear lo que no producimos es la causa fundamental de nuestra crisis.

Pensar que la soluciones para esto es un estado proveedor y providencial, que exporte todo y nos lo regale en enormes colas como mendigos es la mayor estupidez del mundo. Los estados providenciales mesiánicos y benefactores tan sólo poseen sus tres reyes magos: el primero de ellos es el estado de las desviaciones del poder; el segundo es el estado que no es alternativa de nada y el tercero, es el estado de engaño de los pobres de espíritu y que no pueden hacer otra cosa que distribuir la miseria.


Todo poder posee sus reyes que se inclinan ante él, llevando presentes. La diferencia es que no son magos, tan sólo simples comodines del propio poder y de su miseria. Lo fascínate seria saber quienes somos como pueblo y como nación, de lo contrario el no saber lo que somos nos hace esclavos de esos reyes y su miseria.

La Felicidad vs El Placer


por Carlos Vicente Torrealba


Una querida amiga me dijo que “en ciertos momento no tenia deseos de vivir”; particularmente no le dije nada, pues me hizo recordar mis luchas internas cuando yo confundía la felicidad y el placer. Hay que distinguir amigos muy bien entre lo que es la felicidad y el placer. El primero como un estado estable y completo, opuesto al segundo que es una satisfacción pasajera y limitada.

La felicidad para mí es cuando se confunde el presente y el futuro, el ser y el devenir es desde luego un momento de deslumbramiento y esperanza mientras que el placer, casi siempre es procurado por el cuerpo. Esta discusión simple, pero filosófica por lo menos tiene unos tres mil años. Particularmente estoy convencido que la felicidad es una armonía de toda nuestra persona, del yo interior, del yo corporal y de ese yo con el mundo; mientras que el placer tan sólo contribuye a esa armonía cuando está en equilibrio, ya que si el placer es excesivamente poderoso, puede destruir esa armonía, y nos cuarta los otros placeres que nos da la vida.

Para otros y quizás sea como el fin del viaje la felicidad es cuando se llega a un estado alto en la espiritualidad y se superan nuestras propias debilidades ya que a cierta edad y condiciones, la ausencia del placer deseado puede aportar una serenidad que es una forma de felicidad infinita, pero para mi la felicidad siempre debe ser posible y accesible. Paradójicamente a la felicidad también la puede destruir la satisfacción que destruye e eliminar todo deseo por luchar o vivir.

La felicidad es siempre un estado personal mientras que la colectiva, es la coincidencia entre felicidades individuales ya que ella no es un valor en si, como la justicia y la libertad, que si lo son. Muchos hemos creído que la felicidad es un bien supremo. ¡No! ella no lo es, más bien es ella un derecho, de allí que tengamos que luchar por unas organizaciones colectivas que no obstaculicen sus consecuencias. En Venezuela se habla mucho del “derecho a la salud” pero la salud en nuestra nación empobrecida de espíritu depende de muchos factores. Lamentablemente nuestra sociedad hoy no tiene influencia alguna, pero si debemos y podemos exigir el derecho a la atención médica, que va a depender en buena medida de la buena voluntad colectiva y del estado de conciencia individual.

Vi a mi amiga como rumiaba su propio laberinto y yo mi angustia y quería decirle que hasta hace algunos años yo era una persona que lo quería todo, y obtuve algunas cosas, pero nunca la totalidad de lo que deseaba. Ha sido interesante vivir ya que la felicidad ha entrado a mi por el desierto de la ausencia de cosas y a veces ésta se ha deslizado por entre los estorbos que supone tener muchas cosas. Lo más importante de la felicidad, amiga, desde luego es saber acogerla por donde venga y aprovecharla al máximo por que no se sabe cuando vendrá de nuevo.

Quien se sienta feo, inexistente, trasparente, grotesco ante los ojos de los demás sólo puede hallar su identidad en el odio que proyecta sobre aquellos y no puede ser feliz. Como he dicho antes el drama es, no saber quienes somos y cuando uno sabe quien es uno proyecta el espíritu de uno mismo y viene la felicidad a nuestro encuentro.

viernes, 1 de enero de 2010

El Caudillo



Por Carlos Vicente Torrealba

carlosvicentetorrealba@gmail.com



Escribir de Don Rafael Caldera para mí es un cúmulo de sentimientos encontrados, es como la primavera con una brisa de verano. Él fue uno de los hombres que más me ha honrado y sin yo merecerlo. Es que con apenas siete años de edad fui el primer venezolano que el presidente Caldera le diera audiencia oficial en 1968, por causa de una travesura de mi madre que le contó a su viejo amigo que yo no quería estudiar porque quería ser político. El presidente no sólo me atendió, además exigió firmarme las boletas de calificaciones. Lo curioso es que me ví obligado además de estudiar, en obtener las mejores notas para no quedar mal con sus gentilezas, que iban mas allá de la amistad que existiera entre la familia.

El Dr. Caldera me sirvió como ejemplo de que el hombre puede ser lo que quiera ser. Él fue Abogado, Doctor en Ciencias Políticas, profesor universitario, escritor, articulista, ensayista, diputado, senador, jefe de Estado y uno de los caudillos políticos fundamentales en la democracia. Pero sobretodo, fue un humanista reconocido con títulos y honores concedidos por casi treinta Universidades del mundo.

La ultima vez que nos vimos fue en 1999 luego de las elecciones, justo treinta años y unos días después de nuestro primer encuentro y quizás la última audiencia que daba como presidente; quizás fui descortés o muy franco cuando el me señaló: ¿Si escribiera de Caldera, el político, qué escribiría?. Yo le contesté que empezaría diciendo que fue un venezolano que creó un partido llamado Copei; como parlamentario realizó aportes fundamentales a nuestro país. Llegó dos veces a la presidencia y formó para gobernarlo, los hombres más talentosos … Pero presidente, también diría que usted destruyó el partido que creó y castró a esos hombres que formó. Estoy convencido que Venezuela seria sin duda alguna otra si no hubiera insistido usted en guiar lo que les correspondía dirigir a esos hombres que nacieron bajo sus alas ¡Si, Venezuela seria otra! no si mejor o peor pero si otra… El sonrió nos despedimos con el cariño de siempre, pero no nos vimos nunca más.

Hoy caldera ha muerto. ¿Pero en verdad ha muerto?, o será que ahora esos hijos políticos resurgirán como el Ave Fénix para culminar una obra inconclusa en un país entre abismos, o acaso también ellos mueren con este último gran caudillo.